La Federación Argentina de Contratistas de Máquinas Agrícolas (Facma) publicó el viernes pasado la lista de precios orientativos con las labores, siempre calculando los costos de producción.

Fijando un promedio de kilos, Facma estableció los valores basados en los costos operativos reales y calculados por los propios contratistas para su desarrollo y crecimiento. En soja afirmó que se debería cobrar unos $912,4 calculando un rinde de 24 quintales por hectárea. En cuanto al maíz, pensando en un rendimiento promedio de 7.000 kilos por hectárea, debería cobrarse unos $1.219,20. En girasol, unos $743,5 a 20 quintales por hectárea; y finalmente en sorgo cobrar $957,7 los 5.400 kilos la hectárea.

Sin embargo, no es una novedad que se produzcan divergencias entre los valores que publica Agrocontratistas y lo que realmente se paga en el campo. “Respeto mucho a las entidades y sé lo bien que trabaja Facma, lo que pasa es que si bien son orientativos, no son los precios de mercado, que es ahí donde tenemos la disyuntiva. No podemos nunca llegar a cobrar esos valores porque el mercado no lo indica», diferenció Rubén Carrasco, contratista rural de San Cayetano, en el sudeste de Buenos Aires. «En esta zona, con rindes de 50 quintales se ha cobrado entre 700 y 800 pesos», agrega.

Uno de los motivos del porqué de esta brecha que suelen esgrimir en el sector tiene que ver con la sobreoferta de contratistas que hay. Carrasco recuerda que la actividad se transformó a partir de créditos subsidiados y menciona su caso: «La capacidad de trabajo está triplicada en relación a 15 años atrás. Ahora se puede levantar la cosecha sin necesidad de esperar a que vengan las cosechadoras del norte.

El contratista rural es un eslabón fundamental en la cadena agrícola, prácticamente un socio del productor. Recibió con alegría en las últimas semanas las nuevas medidas del Gobierno que buscaron darle un impulso al campo de cara a las próximas campañas.

«Nos alienta a pensar en positivo para los próximos años. También hay que reconocer que la cosecha fina fue, en área de siembra, una de las más bajas en nuestros alrededores, porque el productor hizo monocultivo. Va a hacer falta tiempo. Dos o tres años que se mantenga el campo limpio como para pensar en un campo con otros cultivos», opinó Carrasco.

San Cayetano bien podría reflejar el declive del trigo en los últimos años. Con una población de solo 8.400 habitantes, la ciudad tiene tres molinos harineros, y en sus mejores tiempos llegó a tener una superficie de 135.000 hectáreas de trigo. Según Carrasco, en la última campaña sembraron sólo 40.000 hectáreas. Sin embargo, destacó: «Venimos de tres años de cosechas magras y en este  estamos en un nivel por encima de los 1.000 kilos más por hectárea respecto de lo obtenido el año pasado».

Otras categorías

Dentro de la lista de precios orientativos, la entidad de contratistas fijó, en fitosanitarios líquidos, cobrar $112,6 a menos de 80 litros por hectárea y $122,4 más de 80 por hectárea. En cuanto a la fertilización líquida, estimó la aspersión en unos $130,7 a 60 litros por hectárea y $141,2 a 100 litros. Respecto de la aplicación automotriz de sólidos, distingue entre granulados y polvos. El primero a $135,3 por hectárea, mediante fertilizantes con dosis de 250 kilos por hectárea; el segundo a $153,8 mediante enmiendas de yeso o cal con dosis de 400 kilos por hectárea.

Finalmente, en aeroaplicación agrícola calculó $168 por hectárea el control de malezas, $157,5 el de insectos y $168 el de enfermedades. Todo, según el criterio de la Cámara de Aeroaplicadores de la Provincia de Buenos Aires (Capba).

Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

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