En las últimas semanas, parte de la provincia de Buenos Aires sufrió graves problemas de inundaciones. Incluso, con records históricos de agua caída en algunas ciudades que produjeron miles de evacuados, y en el caso de los campos, cultivos saturados y caminos cortados.

No obstante, mientras el norte bonaerense padeció las lluvias, en la otra punta de la región pampeana el agua resultó un alivio. Más precisamente en el sudoeste, donde los cultivos invernales empezaban a sentir la falta de humedad tras casi tres meses sin precipitaciones.

“Ya se había empezado a complicar en lo que eran pasturas y los cultivos, que si bien se habían empezado a secar arriba, después empezó a llover bien. Llevamos en el último mes algo de 50 o 60 milímetros en dos o tres lluvias. Los cultivos están hermosos”, concluye Gerardo Arribas, productor que tiene su campo en Coronel Dorrego, en la zona cerca del mar, donde conforma un triángulo junto a Monte Hermoso y Pehuancó.

Arribas, que administra un campo familiar de 600 hectáreas y arrienda unas 2.500 más en la zona, cuenta que el agua llegó en el momento justo: “Llovieron 10, 15 y 18 milímetros en 15 días que  cambió todo. Aparte, los cultivos venían secos y no tenían nada de malezas. Se desarrollaron bien y recién ahora están apareciendo las malezas, pero los cultivos ya están grandes”.

Como a tantos productores, Arribas redujo considerablemente la superficie abocada a la agricultura (además cuenta con hacienda) por el contexto general. Mientras en la campaña pasada sembró cerca de 2.200 hectáreas, en la 2015/2016 de fina destinará solamente 1.000, con la idea de apostar a que mejore el escenario. “Si no cambia el año que viene, directamente no sembramos”, advierte.

Reconoce que destinará mayor área a la cebada, dadas las dificultades de comercialización que tiene el trigo. “De 800 de trigo el año pasado ahora sembramos 200 y moneditas. De las 1.000, la mitad es cebada. En épocas normales sembrábamos más trigo, el tema es que ahora los valores del trigo no nos sirven para nada. La cebada, de última si no vale la transformo en carne, porque tengo mucha hacienda”, justifica el productor, que hace gran parte de trigo de tipo candeal y una porción de tipo pan.

Su idea, desde ya, es apuntar a una cebada cervecera para obtener una mayor rentabilidad. Para eso, aplicó mayor tecnología. “A la siembra, se echó entre 80 y 90 kilos de mezcla y ahora se están tirando 100 kilos de urea para macollaje. Después vamos a ir viendo, a medida que nos vayamos acercando a la cosecha, si hay humedad tiraremos un poco más”, explica.

Con unas 160.000 plantas, Arribas apunta a obtener un rinde de 4.000 kilos, aunque el productor tiene aún presente la mala experiencia de la campaña pasada: “Habrá que ver cómo viene el clima. El año pasado apuntábamos a una cosa y nos llovieron 500 milímetros en lo que es el cultivo, y se lavó todo, no sirvió nada”. “Con 3.000 kilos estamos hechos”, aclara.

Con el clima acompañando y sin urgencia de malezas, el contexto invita a pensar que mejorará la producción en relación a la campaña pasada. Sin embargo, Arribas mantiene la cautela: “Falta mucho todavía. Ahora las plantas están muy lindas, bien desarrolladas, pero cuando se hace el grano es más arriba. Octubre y noviembre es cuando tiene que llover. Esperamos que siga bien”.

Algunas Claves

Hubo casi tres meses donde no cayó una gota. La lluvia estuvo en el momento justo, cuando los cultivos no tenían nada de malezas y se desarrollaron bien.

De destinar 2.200 hectáreas la campaña pasada a la agricultura, Arribas pasó a sembrar solamente 1.000.

El trigo acaparaba la mayor superficie, aunque este año optó por dedicar mayor área a la cebada, que en caso de salirle forrajera la dedicará a su hacienda

Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

Ir al contenido original en: infocampo.com.ar

Leer más