En un año complicado para el trigo, la etapa de fertilización del cultivo constituye un dilema para el productor. Es que ante el aumento de los costos, se busca achicar por todos lados, y la aplicación de tecnología no queda exenta. No obstante, esto puede poner seriamente en riesgo el rendimiento del cultivo.

“Una vez que se decidió el cultivo, la peor decisión es abaratarlo en tecnología, ver cuántos kilos porque ponemos de nitrógeno hay en juego el 30% de su productividad”, afirma a Infocampo Martín Díaz Zorita, ingeniero agrónomo. Según Fertilizar, el trigo se lleva el el 17% del fertilizante aplicado en suelos argentinos, que lo ubica primero entre los cultivos invernales y tercero en la general, detrás de la soja (28%) y el maíz (25%).

Con el 93% de la superficie ya implantada y con la fertilización de base de fósforo hecha, Díaz Zorita cree que «es importante no descuidar el momento y la dosis de corrección de nitrógeno. Es un año muy complicado para definir la decisión de fertilización sin el apoyo de un buen diagnóstico».

¿Qué quiere decir por diagnóstico? Hay dos elementos que, define, «son cruciales». Por un lado, ver la expectativa del lote, es decir, distinguir entre suelos profundos y someros, aquellos que tienen riesgo de encharcamiento y saber la esperanza de producción de cada sector que se va a fertilizar. El segundo punto es que se debe hacer un análisis de suelo y actuar en base a sus resultados. En particular, disponibles para el cultivo porque marca la brecha entre la oferta y la demanda de nitrógeno para cubrir la expectativa de rinde.

«Hoy lo que no podemos hacer es un manejo a ciegas de la fertilización con nitrógeno. Eso requiere sin dudas conocer el lote en cuanto a su rendimiento y oferta de nitrógeno», concluye.

El estadío del cultivo

El momento de la aplicación constituye un punto de gran importancia en la fertilización. Muchos productores suelen aplicar a la siembra y luego otra parte cuando la planta está en etapa de macollaje. Para Díaz Zorita, no es lo más recomendable: «Desde el punto de vista de la máxima eficiencia es conveniente no fraccionar la dosis porque lo que hacemos es realizar la corrección más completa en el momento de máxima respuesta».

Sin embargo, aclara que esto varía de acuerdo a la región: «Si uno va al sudeste, es decir donde las precipitaciones y la etapa de crecimiento acompañan al cultivo, uno puede demorar la aplicación de nitrógeno hasta inicio de macollaje. Mientras que si nos vamos al norte de la región pampeana es conveniente no demorar esa aplicación y hacerla lo más próximo a emergencia de cultivo».

«Cuando uno va hacia el sur bonaerense, el crecimiento se posterga un par de semanas con respecto al norte. Y en esa demora en el crecimiento, uno tiene más factibilidad de lluvias para incorporar el fertilizante y cubrir la demanda en el momento justo que el cultivo necesita formar un número de granos. Cuando vamos hacia el norte hay que anticiparse a las condiciones de sequía invernal, y por lo tanto las aplicaciones de urea son más eficientes que al inicio de primavera», agrega.

«A igualdad de condición genética, el segundo elemento tecnológico de peso es la dosis de fertilización, y en particular el uso de nitrógeno. El manejo insuficiente de nitrógeno reduce la brecha de hasta un 30% el rendimiento alcanzable por un cultivo», explica.

Ante un contexto poco propicio para cultivar trigo, Díaz Zorita recomienda tener seguridad: «Una vez que se tomó la decisión empresarial de hacer trigo, esta debe ir acompañada de herramientas de diagnóstico duras, no intenciones. Es un año para ir sobre pasos seguros, lo que quiere decir hacer análisis de suelo, prediagnosticar necesidades de nutrientes y corregirlos. Este es un año para ir a un ritmo lento en cuanto a la incorporación de tecnología, pero a ritmo firme en cuanto esa tecnología muestra una relación insumo-producto favorable».

Claves trigueras

Abaratar el cultivo en tecnología pone en riesgo el 30% del rinde alcanzable.

Con el 89% de la superficie implantada es importante no descuidar el momento y la dosis de corrección de nitrógeno.

Desde el punto de vista de máxima eficiencia, lo conveniente es no fraccionar la dosis porque se hace la corrección más completa en el momento de máxima respuesta.

Si uno va al sudeste puede demorarse la aplicación de N hasta inicio de macollaje. En el norte, hacerla lo más próximo a emergencia de cultivo.

Por Agustín Monguillot, Semanario Infocampo

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